Los malos hábitos que se deben romper

A medida que uno adquiere más experiencia y conocimiento de la posición que ocupa y de la organización a la que pertenece, tiende a desarrollar una serie de malos hábitos. Muy probablemente todos los cometemos alguno de los que a continuación detallo una o muchas veces de manera consciente o inconsciente.

Para tomar conocimiento de ellos, a continuación describo algunos (los más frecuentes) y cómo corregirlos:

  • No planificar o planificar poco: ¿Es usted de los que dedica la primera hora del día a pensar qué debería hacer hoy y como enfrentar el trabajo que tiene que hacer? Para evitar esta práctica común lo mejor es tomarnos unos minutos antes de cerrar el día y planificar qué va a hacer el día siguiente. Créame, revisar lo pendiente y listar las tareas a priorizar no debe tomarle más de 10 minutos.
  • Ser un contestador inmediato: Créame que contestar todo correo electrónico inmediatamente lo recibe no demuestra interés. Muy por el contrario, lo hace ver como poco productivo, inoperante y genera cuestionamientos sobre si en efecto tiene algo más que hacer (?)
  • Anteponiendo lo personal sobre lo laboral: Todos tenemos emergencias, accidentes y temas personales ocasionalmente. Sin embargo, deja mucho que desear y genera una pésima imagen que uno desaparezca toda la tarde porque programó un chequeo médico de rutina a mitad de la tarde o, porque su hijo tiene un resfriado, usted llegue media hora tarde todas las mañanas.
  • No ser puntual a una reunión: No existe peor sensación que sentir que su tiempo no vale. Esa es exactamente la percepción que genera esperar a alguien que llega tarde, aunque sea 5 minutos, a una reunión. Tenga siempre presente que no llegar a tiempo retrasa no sólo el inicio de la reunión sino también el término de la misma y esto genera que las agendas de los participantes se alteren para el resto del día.
  • Uso apropiado del humor: El llamado “doble-sentido”, tan común en nuestros centros de trabajo, muchas veces no es bien percibido como tampoco lo es discutir temas políticos, religiosos o excesivamente controversiales. Tenga presente que no se trata sólo de confianza, el buen humor es mejor mientras más respetuoso y menos invasivo es.
  • La presencia personal: Nadie pretende que uno sea un “ícono de la moda” o un “fashionista”. Sin embargo, no existe justificación alguna para estar despeinado, arrugado, sudoroso o desarreglado. Créame que no es un tema de recursos económicos es un tema de proyectar una adecuada imagen y esto no requiere de corbatas costosas, perfumes franceses o zapatos de marca.

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