¿Alguna vez se ha puesto a pensar en la diferencia que existe entre la tarde del viernes y la tarde del domingo? Los viernes, por lo general, la mayoría de las personas está feliz, llena de energía, el mundo, los viernes, es color rosa, hasta los gringos hablan de T.G.I.F. (Thank God It’s Friday). En cambio, el domingo es color negro (o mínimo gris), la apatía abunda, la ansiedad inunda a la mayoría de personas, la tristeza es casi un sentimiento común.
Desde el punto de vista psicológico, los especialistas hablan sobre las razones que ocasionan el llamado “Síndrome de Domingo”. Dichos especialistas mencionan que “las personas que experimentan sentimientos de apatía, tedio y sensación de vacío los domingos por la tarde anticipan la rutina agitada de la semana. Se centran en los acontecimientos negativos que les deparará la semana, como las prisas, las exigencias laborales y el cansancio físico. Estos llamados “pensamientos anticipatorios”, junto con los sentimientos que éstos desencadenan, hacen que muchas personas sufran el llamado síndrome del domingo por la tarde.”
Desde mi modesto punto de vista, el Síndrome de Domingo se agrava aún más cuando se está insatisfecho en el trabajo que se tiene. Es más, no sólo son fatales las tardes de los domingos sino son peores las mañanas de los lunes. ¿Sufre usted de este horrible mal llamado Síndrome de Domingo? ¿Si es así, ha pensado qué lo origina?
Algunas preguntas y reflexiones para tener claridad sobre el origen individual del Síndrome de Domingo:
· ¿Trabaja usted en algo que le apasiona? ¿Le gusta lo que hace? No hay peor insatisfacción que aquella que se genera por sentir que se hace algo por obligación, por cumplir o porque simplemente le “toca hacerlo”. Recuerde que uno debe trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
· ¿Se siente estancado en su actual empleo? Si este es su caso, ¿qué ha pensado hacer al respecto? Recuerde que los cambios se generan por algo, no por combustión espontánea. La inacción es el peor enemigo de la evolución.
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