¿Quién no ha escuchado el refrán “cría cuervos y te sacarán los ojos” cuando se hace referencia a la crianza (mala crianza en este caso) de los hijos? Haciendo un simple paralelo, este refrán aplica para cualquier caso que implique enseñanza, educación, formación o guía.
Piense por un momento, mire alrededor en su oficina. ¿No son acaso sus compañeros parecidos en detalles, comportamientos, actitudes, formas, etc. a sus jefes inmediatos? ¿No tienen todos características comunes dentro de la empresa (afinidades deportivas, formas de presentarse, aspectos culturales, etc.)? La mayoría de las veces esas características los hacen sentirse orgullosos, identificados con sus jefes y con su empresa. Los hace auténticos, únicos.
Ahora, imagine que todas esas características que tienen en común todos estos individuos no fuesen tan positivas ¿Igual se sentirían auténticos, únicos? Probablemente sí. Es más, seguramente también se sentirían orgullosos e identificados. ¿Sabe por qué? Porque es lo único que viven todos los días. El entorno negativo con el que conviven les resulta atractivo porque lo asumen como tal ¿Lamentable, no?
Esto último es la realidad que muchas veces vivimos todos los peruanos y que, inconsciente y permisivamente, aceptamos y fomentamos. Aceptamos tener un caos vehicular, aceptamos ver corrupción, contribuimos a fomentar modelos educativos inoperantes culpando a los maestros cuando éstos son los primeros afectados. Lo máximo que hacemos es quejarnos, tocar el claxon, gritar y despotricar cuando deberíamos frenar y pensar que somos parte del problema y no estamos siendo parte de la solución.
Reflexiones:
- Imagínese que el Perú fuese su empresa, ¿Cuánta gente quisiera trabajar allí si el comportamiento de todos los colaboradores se pareciese al que muchas veces uno se tiene cuando está al volante de un vehículo?
- Quejarse y opinar destructivamente es la posición más sencilla ¿No se ha dado cuenta que a lo único que contribuye una queja es a fomentar más el status quo?
- La zona de confort es sumamente cómoda. Ver el partido desde el palco y gritar ante los errores de los demás no los va a hacer mejorar. Remánguese y métase en el partido, sude usted también la camiseta. Tarde o temprano se dará cuenta que esos que creía “cuervos” son águilas que jamás le sacarán lo ojos.
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